Una noche, a aproximadamente a las 20.30 horas, caminaba con un amigo por un Centro Comercial, cuando nos llama la atención ver un niño que estaba lastimado y presentaba un chichón ó chipote en la frente y algunas cortadas leves en las manos; el niño era atendido por un policía que labora en el Centro Comercial.
Nos acercamos al niño para intentar ayudar, y preguntamos sí ya habían llamado algún doctor para que atendiera al niño, el policía nos informó que el niño solo sufrió un golpe en la frente y cortadas muy pequeñas en las manos, debido a que intentó salir corriendo por la puerta de una tienda departamental y no se dio cuenta que ya había sido cerrada minutos antes. Las puertas son de vidrio y no tienen letrero alguno para resaltar su presencia, por lo que el niño creyó que la puerta estaba abierta y cruzó el sitio, estrellándose en el vidrio. Afortunadamente el niño no había sufrido cortadas graves y además lo llevarían a la Cruz Roja, que se localiza aproximadamente a 150 metros de distancia.
El niño acudió al Centro Comercial acompañando a un amigo y a los padres de su amigo. No recordaba el teléfono de su casa y no habían podido llamar a sus padres, por lo que decidieron que primero acudirían a la cruz roja y después los padres de su amigo lo llevarían a su casa. Al iniciar su caminata a la Cruz Roja, el niño toma su bicicleta, que estaba fuera de la tienda; cuando un empleado de la tienda departamental decide quitarle la bicicleta para que quede en prenda por el vidrio roto. Pues bajo su punto de vista el niño debía pagar la puerta.
Mi amigo interviene y explica que nadie puede hacerse justicia por sí mismo y por lo tanto no puede quitarle la bicicleta al niño, también explica que ya han tomado los datos del niño para localizarlo cuando deseen, y que en esos momentos lo más importante en llevar al niño ante un médico para que sea revisado. El empleado de la tienda Departamental, no acepta la explicación e insiste en quedarse con la bicicleta, por lo que discuten algunos minutos hasta lograr la devolución de la bicicleta a su dueño (el niño).
Después de observar que el niño finalmente será llevado a atención médica, mi amigo regresa a platicar con el empleado de la tienda departamental y le pregunta porque razón las puertas de vidrio no tienen algún letrero para resaltar su presencia cuando están cerradas, y el empleado contestan que generalmente sí lo tienen, pero ese día habían lavado la puerta y no había letrero.
Este incidente me lleva a la reflexión sobre la tendencia de muchas personas a hacerse justicia por cuenta propia. En el caso aquí relatado, el empleado de la tienda departamental, había juzgado y sentenciado que el niño debía pagar la puerta rota y que su bicicleta debía ser decomisada por él mismo. Simplemente se había constituido en parte acusadora y en juez.
Ignoro como será el desenlace de la historia anterior: 1. Sí los padres del niño pagarán la puerta; 2. Sí la tienda departamental pagará al niño los daños; o 3. Sí cada uno pagará sus gastos del accidente. Imagino que eso lo debe decidir un juez
Recuerdo mis clases de ética, específicamente la cita de Kant que decía: “Obra de tal manera, que desees que el principio que te conduce a actuar de esa manera, se convierta en principio de observancia universal”. Es decir, si una persona puede hacerse justicia por su propia cuenta, todos podríamos hacer lo mismo. Todos podríamos constituirnos en parte acusadora y en juez, así de simple.
En el campo de la ética, destaca la diferencia de conductas entre mi amigo y el empleado de la tienda departamental. El primero estaba preocupado en el bienestar del niño; el segundo estaba preocupado por el pago del vidrio roto.
No se puede saber sí el empleado de la tienda departamental estaba actuando por iniciativa propia o estaba siguiendo reglas establecidas por la tienda departamental que lo contrató. De manera frecuente me quedo con dudas, cuando veo la actuación de aquellos que deciden hacerse justicia por cuenta propia: ¿lo harán porque están acostumbrados a imponer por la fuerza su punto de vista? ¿Desean agradar a sus jefes, cuidando sus intereses económicos en cualquier forma? ¿En situaciones no cotidianas, tienen momentos de confusión y toman decisiones equivocadas? No tengo interés es aclarar este tipo de dudas, pues a nada conduce.
Todos somos diferentes y a todos debemos respetar. Es una reacción espontánea el respetar a quienes estimamos, y nos produce gran satisfacción respetar a quienes piensan o actúan diferente a nosotros, porque nos dan la oportunidad de desarrollar mayor capacidad de amar. No podemos intentar aplicar la justicia por cuenta propia, hay leyes y procedimientos para definir lo que la sociedad en su conjunto considera justo.
Un día antes, el primero de septiembre, había escuchado el Informe Presidencial y reflexionaba sobre el ambiente político de los últimos 16 años y del ambiente político de 1968, en que observo un común denominador: la intolerancia.
Imagine lector al Presidente de la República y sus Secretarios, respetuosos con los líderes de la oposición; e imagine a la oposición respetuosa con el gobierno al hacer sus reclamos y defender sus ideales. Aún más, imagine a nuestros Diputados con más argumentos y mayor respeto al defender sus puntos de vista; imagine a los partidos políticos presentando diferentes proyectos de desarrollo; etc. Imagine sí la tolerancia que pregonan los políticos fuera realidad; Imagine que funcionarios y políticos no actuaran frecuentemente como parte acusadora y jueces de sus adversarios políticos. Imagine que ya no escucháramos sus autoevaluaciones, en donde manifiestan grandes avances, porque son juez y parte.
Ojalá disminuya la tendencia de muchas personas a hacerse justicia por cuenta propia y ojalá nuestras instituciones encargadas de impartir la justicia sean cada día más confiables.
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