Un tiburón gata atacó a Felipe, le arrancó el estómago y los intestinos. Le quedó un agujero a la mitad del cuerpo. Murió sorprendido porque la gente siempre le dijo que la gata era un animal pacífico.
Para sacar un caracol de su concha los pescadores le hacemos un pequeño orificio a la concha en el extremo y por ahí picamos al animal en la parte más interna de la concha, al mismo tiempo lo jalamos por la parte más externa. Solo así podemos sacarlo de su concha.
Si alguien jala al caracol para sacarlo a la fuerza de su concha, sin picarle por el otro extremo, el caracol se infla dentro de la concha y ya no puede ser extraído por más fuerte que sea el pescador. Cuando esto sucede, lo único que queda es romper en pedazos toda la concha para separarlo.
Sin embargo la gata succiona con tanta fuerza que es capaz de extraer el caracol de su concha. Con la boca chupa con tanta potencia que extrae al animal y se lo traga. La concha vacía sube con violencia a la superficie del agua y vuela casi dos metros arriba del mar.
Pues eso le pasó aquel día a Felipe. La gata, lo chupó como a un caracol.
Dos días después de su muerte, en la noche, Felipe me visitó.
Estoy muerto de coraje—me dijo. Porque entre los muertos también existe la idea que la gata es un animal pacífico.
Tienen razón—contesté. La gata te atacó porque le disparaste con el arpón para matarla. Es un animal pacífico, pero al ser agredido, se defendió.
No recuerdo eso—dijo Felipe.
Es raro—le contesté. Sucedió apenas anteayer.
No puede ser—dijo Felipe. Pues morí hace ya un mes. Por borracho, me intoxiqué.
No quise escuchar más. Me busqué en el espejo y no me encontré, sentí un vacío en el estómago…
No me busquen.
Juan
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