Hombres del mar
Dedicado a la Bahía de San Blás
Autor David Gómez Salas
La prisión
Las islas Marías son cuatro islas localizadas en el océano Pacífico a 112 kilómetros de las costas del Estado de Nayarit, México.
La mayor de las islas, María Madre, tiene una superficie de 145 kilómetros cuadrados y ahí se encuentra el Penal Federal de Islas Marías desde el año 1905. Las otras islas: María Magdalena, María Cleofas y San Juanito, son más pequeñas.
Está prohibido acercarse a menos de 12 millas náuticas de la Isla María Madre. Está vigilada por la infantería de Marina.
Para desmoralizar a los reos, les decían que las aguas estaban infestadas de tiburones que los atacarían si se alejaban a nado de la isla. Sin embargo los que pescábamos en esta zona sabíamos que ya no existían muchos tiburones, porque habíamos pescado en exceso. Vendíamos la aleta seca a 70 dólares el kilo.
Mi tesoro: mi barco
De San Blás a la Isla María Madre hay una distancia, en línea recta, de 114 kilómetros (72 millas náuticas). Esta distancia la podría navegar en cuatro horas, a una velocidad 18 nudos, que es la máxima que desarrolla mi lancha. Normalmente hacía el recorrido en 5 horas.
Es fácil acercarse a la isla y retirarse pronto, sin ser descubiertos. Cualquier pescador puede ir de noche a la Isla María Madre y regresar a San Blás, utilizando una brújula. Ahora con los GPS es más fácil navegar de noche, en la Isla María Madre se atraca en las coordenadas: Norte 21º 34’ 00” - Oeste 106º 29’ 35” y en San Blás en las coordenadas: Norte 21º 31’ 33” - Oeste 105º 17’ 12”.
La libertad se podía obtener, con una lancha.
Mi Dios: la libertad
Al penal de las islas María eran llevados los reos más peligrosos y los siempre negados presos políticos.
En los años setenta, llegaron a la isla reos de baja peligrosidad bajo un sistema de libertad reglamentada, que incluía la convivencia familiar, un sistema que permitía la readaptación social de los presos. Cuando alguno de estos reos se separaba de su mujer, no soportaba ver a su ex esposa en brazos de otro hombre, menos si había sido un custodio el que enamoró a su mujer. El reo solicitaba su reubicación y al no conseguirla, únicamente le quedaba fugarse de la isla.
Las autoridades no buscaban a los prófugos con mucho esmero, a muy pocos reaprendieron. Escuché que del año 1985 al año 2001 escaparon en total 70 presos y solo capturaron a cuatro.
Mi ley: la fuerza y el viento
Los presos pasaban lista tres veces al día, desde las cinco de la madrugada hasta las ocho de la noche. A partir de las nueve y media de la noche hay toque de queda y desde ese momento se tiene el resto de la noche para escapar. Las once de la noche era el mejor horario.
El prófugo requiere fuerza para arrastrarse hasta la playa y para nadar hasta el punto donde lo recogía una lancha.
Ya en el mar, el prófugo sabía que en cuanto vieran a una lancha patrulla, él se arrojaría al mar con un salvavidas negro y la lancha de escape continuaría el viaje, la intención era que la lancha fuera interceptada lejos del prófugo. El fugitivo permanecería en el mar varias horas hasta que otra lancha pasara a recogerlo.
Por la posibilidad de permanecer horas en el agua, no era recomendable fugarse en invierno.
Mi patria: el mar
La costa del Estado de Nayarit es benevolente, proporciona todo para vivir, solo hay que tomarlo. Por eso varios reos que escaparon del penal de las Islas Marías, no huyeron lejos, se quedaron en esta región. Demostraron sin proponérselo que el sistema de rehabilitación social del penal, funcionaba. Muchos presos no se fugaron para delinquir nuevamente, ellos solo buscaron una nueva oportunidad de vivir en libertad, y lo lograron. Se convirtieron en ciudadanos nuevos, reformados por el mar.
Los que pasamos mucho tiempo en el mar, aprendemos a ser pacientes, perseverantes y solidarios. El mar es nuestra patria y los que estamos ahí tenemos la misma nacionalidad.
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