en un enorme espejo se vio.
Y al pensar que no era único,
su ego lo entristeció.
El espejo era mágico
y enseguida reaccionó.
Le mostró al número Uno
la imagen del número Dos.
El Uno, con soberbia,
al número Dos criticó.
Dijo: está muy retorcido,
no está recto como yo.
Así, el menor de los enteros
concluyó ser el mejor.
Ignorando que cada símbolo
representa un valor.
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