lunes, 4 de enero de 2010

ABATE MOLÉCULA DE LA LECHE, CÉLULAS LEUCÉMICAS.

Fuente: Boletín UNAM-DGCS-005

• Una sal de la caseína detiene su proliferación y promueve la reproducción de células sanas de la sangre, dijo Edelmiro Santiago Osorio, académico de la FES Zaragoza de la UNAM• Estas proteínas evitan la muerte de ratones con leucemia mieloide aguda y, además, no se han observado efectos secundarios• Es de bajo costo y representa un avance para una posible estrategia terapéutica

Integrantes de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza de la UNAM descubrieron que una sal de la caseína, molécula presente en la leche, es capaz de abatir la proliferación de líneas leucémicas, al tiempo que promueve la reproducción de células sanas en la sangre.

Estas proteínas evitan la muerte de ratones con leucemia mieloide, en los que no se ha observado ninguna secuela, como sí ocurre con otros agentes anticancerígenos, explicó el académico a cargo de la investigación, Edelmiro Santiago Osorio.

El efecto de la molécula de la leche sobre las células de la médula ósea consiste en inducir la proliferación de macrófagos y granulocitos, así como de linfocitos T y B; es decir, la caseína promueve, por lo menos, el incremento de esos cuatro linajes celulares, fundamentales para la respuesta inmune natural y específica. Así, el sistema inmunológico se fortalece de forma importante.

Administrada en un organismo leucémico, según datos preliminares de los universitarios, prolonga la sobrevivencia por más de un año sin presentar signos de la enfermedad, a diferencia de los controles que mueren en menos de 28 días; la caseína no sólo protege de la afección sino que, incluso, parece curarla.

De ser así, “estaríamos por cumplir la aspiración médica de remediar un padecimiento sin producir otro efecto. Parece que nuestra molécula está en ese terreno”, dijo el científico.

La leucemia mieloide aguda, un tipo de cáncer de sangre, es resultado de alteraciones en la expresión de genes, provocadas por la exposición a radiación, pesticidas, agentes solventes y agroquímicos, entre otros.

Es particularmente agresivo en adultos mayores de 60 años, y si “la población tiende a ser más longeva, el problema se podría acentuar”. En México afecta a tres o cuatro de cada 100 mil habitantes.

Los síntomas son variados, pero en general, consisten en la pérdida de peso, presentación de sangrados y anemia. Una biometría hemática, donde se detectan anomalías en la producción de glóbulos blancos, es uno de los primeros parámetros para detectar leucemia. Luego se acude a una biopsia de médula ósea como estudio confirmatorio, explicó Santiago Osorio.

A pesar de la existencia de agentes antineoplásicos, quimioterapia, trasplantes de médula ósea o drogas de diseño que interrumpen la fosforilización, y con ello la cascada de transducción de señales que provoca la proliferación de las células malignas, la tasa de sobrevida es de tan sólo 30 por ciento.

El tratamiento básico, abundó, se basa en el uso del fármaco citarabina; no obstante, la mayoría de los pacientes desarrollan resistencia al mismo o tienen efectos secundarios tremendos, porque daña células leucémicas y sanas sin distinción; así, reduce los niveles de glóbulos blancos y el paciente queda mielosuprimido y, en consecuencia, inmunológicamente indefenso.

La investigación de Edelmiro Santiago inició en 1998 para tratar de entender la comunicación entre células que se presenta con señales químicas. “En el mundo de la hematopoyesis o génesis de las células de la sangre, esas señales reciben el nombre de citocinas”.

La meta fue describir cómo se interrelacionan las citocinas en condiciones de inflamación, y un agente conocido para inducir esta última condición, precisamente las proteínas de la leche.

Se observó que las caseínas no sólo inducen la señalización celular, sino que son capaces de llevar una célula de su estadio menos maduro a uno completamente maduro. Y una de las estrategias de la terapia contra la leucemia es justamente esa, la llamada terapia de diferenciación.

Fue entonces cuando se quiso ver qué le ocurriría a las líneas leucémicas in vitro. “Fue sorprendente: en presencia de caseínas bajaban su proliferación celular y se hacían funcionales, es decir, dejaban de ser dañinas”.

La pregunta de cómo la molécula de caseína frena las líneas leucémicas, respeta las células normales y promueve su proliferación, aún sigue sin respuesta, reconoció el científico.

In vivo, luego de inyectar caseína vía intraperitoneal a los ratones cada dos días, por 14, 20, 60, 80 y 120 días, no se detectó modificación alguna en su comportamiento, ni se encontró anormalidad alguna en sus órganos.
La molécula de la leche, que modula la hematopoyesis y que por primera vez es usada en estudios de cáncer en sangre, representa un avance, con pasos sólidos, para una posible estrategia terapéutica contra la leucemia mieloide aguda, y se prevé que pronto será patentada.

La caseína, presente en toda la leche aunque más abundante en algunas, como la de bisonte, es económica si se considera que el tratamiento convencional con citarabina cuesta alrededor de siete mil dólares, sin considerar los gastos médicos y complicaciones.

No obstante, a pesar de estar disponible en el mercado internacional, la caseína difícilmente se consigue en México por restricciones fitosanitarias. Por ello, tendría que producirse aquí, lo que no sólo es posible, sino que le daría un valor agregado a la industria lechera, opinó.

La molécula también ha comenzado a probarse para líneas de leucemia mieloide crónica obtenidas en crisis blásticas, cuando la médula ósea “enloquece” y produce blastos sin control, lo que provoca un problema que deriva en la muerte, y al parecer también funciona.

Se pretende incursionar con otros tipos de cáncer agresivos, particularmente de niños –el más frecuente es la leucemia linfocítica aguda– y en tumores sólidos como los de mama y piel, entre otros, agregó Edelmiro Santiago.

Los resultados de la investigación, donde han colaborado estudiantes de licenciatura y posgrado de biología y químico-fármaco-biólogo de la FES Zaragoza, y que se han dado a conocer en revistas como Immunobiology, ya son esperados por los médicos del Hospital General, donde se podrían realizar las primeras pruebas en humanos.

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