viernes, 27 de mayo de 2011

Amnesia. Autor David Gómez Salas

Amnesia

Autor David Gómez Salas

Señorita no recuerdo quien soy. No recuerdo mi nombre, ni edad, ni siquiera sé donde vivo. Estoy diciendo la verdad, estoy perdido.

—No vivo en esta ciudad, no lo puedo ayudar. Pregunte a una persona, que sea de este lugar.

Señora no recuerdo quien soy. No recuerdo mi nombre, ni edad, ni siquiera sé donde vivo. Estoy diciendo la verdad, estoy perdido.

—Sé donde vives primor, irás a casa conmigo. Te he estado buscando ¡Por fin encontré a mi marido!

No se ofenda señora la veo muy grandecita. Y calculando edades, podría ser mi abuelita.

—Vamos a casa mi rey, allá te bañaré. Y para curar tu amnesia, mi cuerpo, te entregaré.

En su casa, con prisa, me quitó la camisa. Estaba desesperado, me sentía atrapado.

—Para bañarte, dijo: te voy a desnudar. Y para no mojar mi ropa, también me la voy a quitar.

Se me ocurrió hacerle cosquillas en sus peludas axilas y también en las costillas.

Tanta risa le dio, que la vieja se orinó. Y para que me detuviera, dejarme ir prometió.

Fuera de su casa, grité: ¡Ya sé quien soy! ¡Adiós doctora, ya todo lo recordé!

sábado, 21 de mayo de 2011

Luna enamorada. Autor David Gómez Salas

A mi musa…


En mi huerto,

durante el verano,

en las noches, consumido,

con desgano;

al terminar mi trabajo,

me acostaba conforme

y lleno de ilusiones,

sobre una piedra enorme.

La luna preciosa

y sensible lo notó.

Y mi admiración por ella,

mal interpretó.

Se enamoró de mí

y partir de ahí,

solo hubo luna llena,

Plenilunio, para mí.

La linda luna

fue mi inspiración.

Hice mil poesías,

por esa razón.

Tardé en comprender

su dulce mirada;

y darme cuenta que,

de mí, estaba enamorada.

lunes, 9 de mayo de 2011

La cena. Autor David Gómez Salas

—Me enteré que ayer pagaron su cena con el dinero recolectado para apoyar el movimiento estudiantil—dijo Perico. Como integrante del Comité de Lucha les digo que no estoy de acuerdo.

—¿Recolectado? ¿Así en abstracto?—Le pregunté.

Lo recolectamos nosotros tres, los que cenamos enfaticé. En total colectamos trescientos sesenta y siete pesos y únicamente gastamos en la cena quince pesos. Comimos tres tacos y un refresco cada uno. Lo platicamos con todos, no ocultamos nada.

Nos pasamos en la calle y los camiones desde el mediodía hasta las ocho de la noche repartiendo volantes, explicando porque luchamos, y pidiendo que nos apoyen.

—Ellos se han quedado a cuidar la escuela muchas noches y siempre pagan su cena, con sus propios recursos—Dijo el maestro Terán. Lo de anoche fue una excepción, yo pagaré lo que gastaron y pagaré la cena de hoy.

—Gracias maestro pero hoy no nos quedaremos—contesté. Necesitamos ir a nuestras casas. Imagino que Perico y sus amigos se quedarán hasta mañana. Ya van a dar las diez de la noche. Que les sea leve, no se duerman. Regresamos mañana, nos vemos en la asamblea.

Así que después de cuidar la escuela por más de treinta noches, le dejamos a Perico y sus amigos, esa responsabilidad.

Esa noche el ejército entró a la universidad y apresó a quienes estaban adentro. Detuvieron a muchos estudiantes en otras Facultades, en la nuestra a nadie. Así fue como me enteré que no se habían quedado Perico y sus amigos.

Desde el principio de nuestra lucha pedíamos la libertad de los presos políticos, ahora lo exigíamos con más ganas.

También pedíamos la derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal. Que consideraba delito de disolución social cualquier reunión con fines políticos. Aún cuando la reunión fuera pacífica, con pocas personas y se celebrara en una fábrica, escuela o casa particular. Bastaba que se calificara que el propósito de la reunión era conspirar contra el gobierno, las instituciones. Y al bote (la cárcel).

Nos sentíamos en una sociedad sin libertad, pedíamos la desaparición del cuerpo de Granaderos, la destitución de los jefes policíacos que ordenaron la agresión a los estudiantes y también pedíamos que el gobierno pagara indemnizaciones a los familiares de todos los muertos y heridos desde el inicio del conflicto.

Pues nos dieron más palos, ahora el ejército había tomado posesión de la universidad. Había más presos políticos, más desaparecidos, más represión, y tenían más poder la policía y el ejército.

Nosotros protegíamos la escuela armados con piedras y palos, para que no la asaltaran los porros, pero nada hubiéramos podido hacer contra el ejército. Así que gracias, muchas gracias Perico.