jueves, 27 de enero de 2011

Muñeca. Autor David Gómez Salas

Lupita, dulce muñeca querida,

tu espíritu es inquebrantable.

Eres excelente esposa y madre,

eres el gran amor de mi vida.


Eres hermosa de rostro y alma,

eres hija y hermana, ejemplar.

Irradias ternura y suave calma.

Por ti, comprendí lo que es amar.


Poesía a la carta

David Gómez Salas

lunes, 24 de enero de 2011

Pelea callejera. Autor David Gómez Salas

En Barrio Nuevo, mi barrio en la ciudad de Tapachula Chiapas, una tarde-noche el Chilaco se iba a pelear con Juan. El Chilaco dos años mayor que Juan, con más estatura y musculatura, se veía invencible. Su aspecto sucio de vago, lo hacía ver con mucha experiencia en peleas callejeras.

Alrededor de los contendientes estábamos, como espectadores, quince jóvenes y niños. Algunos adultos observaban al grupo desde las puertas de sus casas y otros desde la tienda de la esquina.

Nacho, que era nuevo en el barrio, se acercó a ver la pelea que se pronosticaba sería desigual. Juan media cinco centímetros menos de estatura, además era más joven y delgado. Vestía ropa limpia, estaba bien peinado, se veía pulcro y educado. Tenía en la mano derecha, una vara de bambú de un metro de largo, color amarillo con manchas color café.

Juan debía pelear con aquel energúmeno para no ser calificado, por los demás, de cobarde. Estaba en juego su honor.

El Chilaco se quitó la camisa para iniciar la pelea, mostró sus fuertes músculos y se colocó en el centro del círculo de espectadores.

El turno era de Juan, lo estaban esperando…

Juan extendió el brazo derecho invitando a Nacho a que sostuviera su vara de bambú, para poder enfrentar a mano limpia al temible Chilaco. Eran las reglas de la calle.

Cuando Nacho tomó la vara de bambú, todos huimos del lugar: Incluso Juan y el feroz Chilaco.

Nacho, descontrolado, sintió que la vara estaba mojada y tardó dos segundos en darse cuenta que la vara de bambú estaba embarrada con excremento. Excepto el sitio donde Juan la había agarrado.

Bienvenidos al barrio

domingo, 9 de enero de 2011

LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO. David Gómez Salas

LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO
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LA REVOLUCION MEXICANA. David Gómez Salas

LA REVOLUCION MEXICANA
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La nota. Autor David Gómez Salas

Fui a la casa de Juan, un amigo pescador. No estaba, solo encontré una nota con el relato siguiente:

Un tiburón gata atacó a Felipe, le arrancó el estómago y los intestinos. Le quedó un agujero a la mitad del cuerpo. Murió sorprendido porque la gente siempre le dijo que la gata era un animal pacífico.

Para sacar un caracol de su concha los pescadores le hacemos un pequeño orificio a la concha en el extremo y por ahí picamos al animal en la parte más interna de la concha, al mismo tiempo lo jalamos por la parte más externa. Solo así podemos sacarlo de su concha.

Si alguien jala al caracol para sacarlo a la fuerza de su concha, sin picarle por el otro extremo, el caracol se infla dentro de la concha y ya no puede ser extraído por más fuerte que sea el pescador. Cuando esto sucede, lo único que queda es romper en pedazos toda la concha para separarlo.

Sin embargo la gata succiona con tanta fuerza que es capaz de extraer el caracol de su concha. Con la boca chupa con tanta potencia que extrae al animal y se lo traga. La concha vacía sube con violencia a la superficie del agua y vuela casi dos metros arriba del mar.

Pues eso le pasó aquel día a Felipe. La gata, lo chupó como a un caracol.

Dos días después de su muerte, en la noche, Felipe me visitó.

Estoy muerto de coraje—me dijo. Porque entre los muertos también existe la idea que la gata es un animal pacífico.

Tienen razón—contesté. La gata te atacó porque le disparaste con el arpón para matarla. Es un animal pacífico, pero al ser agredido, se defendió.

No recuerdo eso—dijo Felipe.

Es raro—le contesté. Sucedió apenas anteayer.

No puede ser—dijo Felipe. Pues morí hace ya un mes. Por borracho, me intoxiqué.

No quise escuchar más. Me busqué en el espejo y no me encontré, sentí un vacío en el estómago…

No me busquen.

Juan

sábado, 8 de enero de 2011

Hombres del mar. Autor David Gómez Salas

Hombres del mar

Dedicado a la Bahía de San Blás

Autor David Gómez Salas

La prisión

Las islas Marías son cuatro islas localizadas en el océano Pacífico a 112 kilómetros de las costas del Estado de Nayarit, México.

La mayor de las islas, María Madre, tiene una superficie de 145 kilómetros cuadrados y ahí se encuentra el Penal Federal de Islas Marías desde el año 1905. Las otras islas: María Magdalena, María Cleofas y San Juanito, son más pequeñas.

Está prohibido acercarse a menos de 12 millas náuticas de la Isla María Madre. Está vigilada por la infantería de Marina.

Para desmoralizar a los reos, les decían que las aguas estaban infestadas de tiburones que los atacarían si se alejaban a nado de la isla. Sin embargo los que pescábamos en esta zona sabíamos que ya no existían muchos tiburones, porque habíamos pescado en exceso. Vendíamos la aleta seca a 70 dólares el kilo.

Mi tesoro: mi barco

De San Blás a la Isla María Madre hay una distancia, en línea recta, de 114 kilómetros (72 millas náuticas). Esta distancia la podría navegar en cuatro horas, a una velocidad 18 nudos, que es la máxima que desarrolla mi lancha. Normalmente hacía el recorrido en 5 horas.

Es fácil acercarse a la isla y retirarse pronto, sin ser descubiertos. Cualquier pescador puede ir de noche a la Isla María Madre y regresar a San Blás, utilizando una brújula. Ahora con los GPS es más fácil navegar de noche, en la Isla María Madre se atraca en las coordenadas: Norte 21º 34’ 00” - Oeste 106º 29’ 35” y en San Blás en las coordenadas: Norte 21º 31’ 33” - Oeste 105º 17’ 12”.

La libertad se podía obtener, con una lancha.

Mi Dios: la libertad

Al penal de las islas María eran llevados los reos más peligrosos y los siempre negados presos políticos.

En los años setenta, llegaron a la isla reos de baja peligrosidad bajo un sistema de libertad reglamentada, que incluía la convivencia familiar, un sistema que permitía la readaptación social de los presos. Cuando alguno de estos reos se separaba de su mujer, no soportaba ver a su ex esposa en brazos de otro hombre, menos si había sido un custodio el que enamoró a su mujer. El reo solicitaba su reubicación y al no conseguirla, únicamente le quedaba fugarse de la isla.

Las autoridades no buscaban a los prófugos con mucho esmero, a muy pocos reaprendieron. Escuché que del año 1985 al año 2001 escaparon en total 70 presos y solo capturaron a cuatro.

Mi ley: la fuerza y el viento

Los presos pasaban lista tres veces al día, desde las cinco de la madrugada hasta las ocho de la noche. A partir de las nueve y media de la noche hay toque de queda y desde ese momento se tiene el resto de la noche para escapar. Las once de la noche era el mejor horario.

El prófugo requiere fuerza para arrastrarse hasta la playa y para nadar hasta el punto donde lo recogía una lancha.

Ya en el mar, el prófugo sabía que en cuanto vieran a una lancha patrulla, él se arrojaría al mar con un salvavidas negro y la lancha de escape continuaría el viaje, la intención era que la lancha fuera interceptada lejos del prófugo. El fugitivo permanecería en el mar varias horas hasta que otra lancha pasara a recogerlo.

Por la posibilidad de permanecer horas en el agua, no era recomendable fugarse en invierno.

Mi patria: el mar

La costa del Estado de Nayarit es benevolente, proporciona todo para vivir, solo hay que tomarlo. Por eso varios reos que escaparon del penal de las Islas Marías, no huyeron lejos, se quedaron en esta región. Demostraron sin proponérselo que el sistema de rehabilitación social del penal, funcionaba. Muchos presos no se fugaron para delinquir nuevamente, ellos solo buscaron una nueva oportunidad de vivir en libertad, y lo lograron. Se convirtieron en ciudadanos nuevos, reformados por el mar.

Los que pasamos mucho tiempo en el mar, aprendemos a ser pacientes, perseverantes y solidarios. El mar es nuestra patria y los que estamos ahí tenemos la misma nacionalidad.